El teatro Romea previsiblemente abrirá sus puertas el 3 de marzo, con motivo de una gala solidaria de ‘Proyecto Hombre’. Después de permanecer cerrado durante cuatro años, en 2012 los murcianos podrán disfrutar nuevamente de él. Un espacio escénico cargado de historias, dos de ellas fueron los graves incendios que sufrió el 8 de febrero de 1877 y el 10 de diciembre de 1899. El nexo entre los dos siniestros, fue que el fuego se inició en el escenario y se propagó a la parte central. En 1877, la causa aparente fue una bengala mal apagada y en 1899 un cortocircuito.
Una leyenda apunta a que un fraile pronosticó que el Romea ardería tres veces. El origen fue la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, con la que el Estado confiscó gran cantidad de bienes a la Iglesia. Esto afecto al convento murciano de Santo Domingo, al que le arrebataron un huerto y un cementerio. Y es precisamente sobre ese camposanto, donde se construyó el teatro. Un monje del convento, descontento con la medida, lanzó una maldición sobre el edificio y dijo sufriría tres incendios. En el primero de ellos pronosticó que no fallecería nadie, en el segundo una persona y en el tercero, con el aforo completo, morirían todos. Desde entonces, el taquillero siempre reserva una entrada para que nunca esté lleno.
LOS DOS INCENDIOS
Los datos que se conservan sobre la primera deflagración son insuficientes, tan solo unas crónicas en el diario ‘La Paz de Murcia’, en la que se apuntó que “se ha podido salvar toda la parte del teatro que hay desde la puerta principal hasta el muro que daba entrada al patio, palcos y galerías, lo demás son ruinas”. Por otra parte, el segundo incendio se produjo mientras actuaba la compañía de Ricardo Sendra con el patio de butacas ocupado hasta la mitad. Los espectadores observaron una especie de relámpago en la parte superior del escenario, una descarga causada por unos cables del tendido eléctrico que hizo arder una de las bambalinas. Al poco tiempo las llamas se propagaron. Durante la evacuación las puertas laterales y la que unía el salón del piso con el pasillo se encontraron cerradas. Con la luz apagada la confusión y el pánico fue mayor. El ‘Heraldo de Murcia’ describió con crudeza la escena, con “inmensas llamaradas de fuego y humo se elevaban en horribles oleadas, empujadas por el leve viento de Poniente, desprendían carbonizados fragmentos y una espesa lluvia de brasas llegaron hasta las calles de Zambrana y San Lorenzo. Las calles y plazas próximas al incendio se hallaban iluminadas por el rojo resplandor del siniestro. El teatro era una inmensa hoguera”. Muchos murcianos se concentraron en la plaza Romea, en lo que “muchos se imaginaban que era el teatro un montón de llamas y cadáveres”, según el ‘El Diario de Murcia’. Finalmente, la única víctima mortal fue el joven de 18 años, Antonio Garríguez Domenech, hijo de un empleado de maquinaria. Los bomberos tuvieron que trabajar durante 24 horas para atajar el incendio. Tan solo quedó intacta la fachada principal, el salón de baile, las habitaciones del conserje, la taquilla y los camerinos. Curiosamente el Romea tenía concertados un seguro de incendios con tres compañías por 250.000 pesetas, rebajado durante el mandato de alcalde de Juan de la Cierva.